sábado, 20 de agosto de 2011

Uno es...


Uno no es la vida, sino los errores que comete, el único libro que uno se llevará a la tumba tatuadas todas sus letras en la muerta memoria y tal vez lo que pueda decir de nosotros quien pudo amarnos. Uno es ese dialogo de enfermo en la soledad que parece ser delirio de fiebre... Y es esa soledad la que extrañas a cada instante, como una certeza que ya no es, acerca de la bondad como único abrigo. La eterna sonrisa que esta tarde se borra de tu rostro.

Uno es el polvo que levanta en el camino, no las huellas sobre la tierra, uno es atravez del día con los sobresaltos de la noche cuando parece que se duerme tranquilo. El reloj que es como un grillete que nunca te deja ir mas allá sin que se haga tarde, porque en su carátula brillante nos delata nuestro destino irremediable y grotesco, efímero, de espejo que nos devuelve una imagen ajena y deteriorada. Uno es lo que pregunta, no aquello que resuelve, que siempre ha sido tan poco. Uno es sus zapatos viejos y el incomprensible cariño que les tiene, el aroma del perfume que ya no venden, los rincones de la casa donde se nos fue jugando la infancia, las calles de una ciudad minada por recuerdos que aparecen como fantasmas siempre.

Uno no es otra cosa que las matemáticas aprendidas venciendo errancias tras errancias. Uno es esas palabras de aliento a uno mismo cuando te das cuenta que te marchas un par de días y ya no queda nadie, el viaje para fugarte con pretexto de estar en horas de trabajo y tener pretexto para andar por el mundo sin largarte. Uno es no sentirse cómodo ni aquí ni allá, no tener pertenencia a ningún lado. Uno es ese aroma al té de canela que te devuelve a la vida un día cualquiera, llevándote al reino feliz de la infancia, la palabra hogar, los cuidados y atención de quienes nos aman. Uno es aceptar que la vida ya te muestra otra cara. Uno es el llorón que lagrimea por el raspón. El que se entretiene en ver como viaja el polvo en el rayo de luz. El que quería ser policía y ya no. El que creía en los reyes magos. El que hace un año descubrió la alegría por la vida, que es dura y corta, pero qué importa! Uno es así todo el tiempo. Me habitan la antiguedad, la ilusión y la curiosidad, eso no me abandona.

Uno es ese joven libre y soberano, exento de canas y de fatigas, poderoso creyente de los finales felices de los cuentos de hadas, y también este yo cercano a la cuarentena, esta cáscara de desilusiones, arrugas invisibles que me traicionan cuando pienso y aparecen, los dolores tempranos del maltratado cuerpo, ese amigo y ese extraño, ese camarada fiel y ese enemigo, asidero cualquier día de estos del cáncer o del infarto.

Uno es su propia inquina, las justificaciones para no ceder al absurdo y a la angustia de una existencia condenada a los gusanos: tanta vida, carajo, para que diablos! Uno es sus nocturnas lecturas, el Principito y mas tarde el Lobo Estepario... Uno es las heridas del desamor y de las malditas deslealtades, la lucha diaria por los centavos, la gloria de los besos de ti, mi mujer amada, la de la repentina dicha, la de las canciones nuevas. Uno es hijo sin saber ser padre, las buenas y las malas tardes con mis padres. La violencia y la ternura. El hermano inconstante y siempre ausente. Uno es huesos, sangre y dos o tres ideales que permanecen.

Uno es lo que es. Mis vicios rápidos y mis virtudes lentas. Los pequeños triunfos y el hedor inevitable de la magnífica derrota que nos circunda.

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