sábado, 27 de agosto de 2011

Herz-Zirkus


Se apagan las luces y reina el silencio, el bullicio del alma respira hondo... Y mantiene el aliento. Esta vez no aparecerás de nuevo para jugarte la vida en el trapecio de mis arterias, ni metiendo la cabeza en las fauces de mis latidos, ni dominando al caballo blanco de mis esperanzas. Esta vez el tambor resuena en el vacío. Los escenarios de mi corazón quedaron abandonados sin tu espectáculo estelar... Un poco de polvo se levanta, y mi corazón se estruja, cruje su lona y sus amarres, y la visión que tengo de esta despedida me deja algo amargo en los labios... Algo amargo que no se va.

Se apagan las luces, no quieres mas brillos. Sólo quedamos los dos sobre la arena para decir adiós, ese adiós que nunca es mío, que nunca he querido aprehender. De esa película de la cual he sido espectador toda la vida, de esa película que de tanto repetir la misma escena se ha gastado, si. De esa desenfrenada película que se enreda, si, como la cinta de Moebius y detrás de donde se proyecta el alma, hay permanecia voluntaria, de la misma escena, gastada, de ese mismo circulo vicioso que me conforma y me traga en la vida...

Se apagan las luces y resuenas en los ecos de mi corazón, es la marcha de las luces en tu mirada que jamás veré. Es llamar a la tormenta en esta aridez. No quieres mas giros, más vertiginosos asaltos. Se apagan las luces y sólo se ve la luz a través de una puerta abierta en las diástoles de tu corazón... Por la que me dices que me marche... Me dices que fluya y cierras las válvulas que alimentaban mi alegría, una con un beso, la otra con un silencio.

Se apagan las luces y las risas. Se apaga también el llanto. Las cuatro cavidades de mi corazón ruinoso asemejan esos finales en las películas de Fellini... Mi recuerdo de ti queda atrapado para siempre en una Sístole que nunca se expanderá para dejarte escapar. Te fuiste sin saber que ya estas aquí... Arriesgando la vida en cada tirar de mis latidos, viviendo los dolores que te causa la fuga errática de mis impulsos y mi sangre, trampolín de mis venas cavas donde te meces para verme dormir tranquilo, sin los sobresaltos acostumbrados... El Circo de mi corazón tiene las cuatro pistas de su ser apagadas esta noche porque mi figura principal se ha ido... No hay elefante blanco de fe que me conforte, el último payaso de mis risas que quedaba se dio un tiro a medio acto frente a todos, el mago que hacía aparecer mi sonrisa no tiene ningún As ya bajo la manga... Y me dueles, y crujen las lonas de su carne y rechinan los amarres de estas arterias que me sostienen... Y el tambor de este corazón late... Late... Por las noches escucho como late...

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