sábado, 20 de agosto de 2011

Coagulated Seas


La coagulación del mar. La coagulaciòn de la memoria. La coagulación de los sentidos. Bajo la luz mortecina mis ojos se funden en sal, en fuego que te quema el alma, en palabras inexistentes que aún no se han inventado, como no se ha inventado tampoco aún un remedio para la melancolia.

Uno salta de repente por las noches, uno abraza ocasionalmente sus sueños y el descanso no llega, porque los sueños son muchos, son tantos, son memoria imborrable, transparencia de recuadros, fotogramas desordenados de una película muda, grabaciones de fe y redención... Redención. Extraña palabra que me crucifica la lógica y me hiela las paredes de las venas. Pensar en ti es escuchar mis latidos por las noches, saber que ese sonido es metrónomo de cada vez que circulas por mis venas, de cada vez que te impulsas en ese torrente que te envuelve en rojo carmesí, líquido púrpura que se escurre y se seca.

La coagulación del mar. La coagulación de la memoria. La coagulación de mis sentidos. No hay redención para cuando despiertas lejos, en una playa cualquiera, en una bahía donde quisieras arrojar tu carga al mar y zarpar... Y zarpar, en este coagulado mar, pétreo mar... Rompehielos báltico que punza cada carne de mi corazón para abrirse paso entre mis huesos que son tantos. Este silencio que resguardo no es otra cosa que la punta de un iceberg que no ha sido registrado y anda en búsqueda de desgracias y naufragios... Hielo maldito que no derrite en verano, que hunde embarcaciones sin piedad a su paso.

La coagulación del mar. La coagulación de mi pasión en rojo. La coagulación de mis esperanzas que se hunden... Que se hunden... Que se hunden, hasta esas profundidades donde coexisten peces con luces, y oscuridad... Fría oscuridad... Penumbras y nada mas.

La coagulación del mar... la coagulación del mar... Y nada mas.

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