domingo, 28 de agosto de 2011

Eyes Wide Open


Con los ojos puestos en el borroso borde del horizonte, recibiendo de frente este frío viento, últimos gritos de agonía del Febrero que se nos fue, con ese borde, con este viento, los ojos se ahogan en mares salados de oleaje irregular e incierto. La marea de mis llantos lleva a las playas de tu alma solo peces muertos, intoxicados y muertos de esa marea roja que no supimos controlar, de esa marea roja de sangre que circulaba dentro de mi, dentro de ti, que rasgó su cubierta para verterse en nuestras miradas que ya no se reconocen, que me preguntan quien soy… Quien soy… Quien soy?

Existen silencios que debieran respetarse, agonías que debieran callarse. Verdades que no saben llegar al mundo (mal nacidas verdades) y nos asombramos ante una estepa repentina que aparece en alta mar, porque nuestra desilusión ha ganado noche tras noche, mientras dormíamos, tierra a nuestros mares.

Con los ojos puestos en lo alto de esta vela, hinchada del cálido viento de Marzo que se aproxima, veo mi nave moverse lentamente, escucho crujir de nuevo su avejentado casco, el familiar tronar, seco y sonoro de su duela en cubierta al soltarse de sus amarres y aún con las anclas abajo, se desplaza, porque quiere arrastrar su dolor por el lecho marino de sus angustias y naufragios, arrastrando esas anclas muchas millas mar adentro, arrojar de su cubierta estas soledades, dejando un surco, cicatriz indeleble que nadie puede ver. Arrastrar con su dolor arrecifes y estrellas de mar, arrastrar a su paso algunas algas que vistan de redes y de oscuro luto cada despertar.

Existen palabras que debieran respetarse, miradas que debieran callarse. Mentiras que llegan demasiado rápido al mundo (mal nacidas mentiras) y nos asombramos siempre ante una repentina despedida de un buque que se aleja en alta mar, porque nuestro amor ha ganado, noche a noche mientras dormíamos juntos, tierra a este mar que ahora arroja a nuestras playas, peces muertos, intoxicados por la roja marea… Marea que corría a través de nuestra sangre y nos desangramos… Nos desangramos irremediablemente sin encontrar la hemorragia ni la herida…

Manolo Mejía Elizalde
sábado 12 de marzo de 2011 20:10

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