domingo, 28 de agosto de 2011

Ich Hatte Den Körper (Und Nicht Dein Herz)


Te respiro en el transcurso del día, por los viajes en estas calles de la ciudad que es nuestra, con el sol de frente, con el sudor en mi pecho, reminiscencias de ti, de tu aroma, del deseo de estar ahí... Ahí... Sabes bien dónde.

Bebiendo de la sed que guardo siempre de tus labios que se convierte en la carne de todos tus labios, que me alimenta, que me quita todas las hambres, que me arranca las razones y me da los motivos, que me hunde en la noche mas profunda de tu mirada que me consume, que me arrastra con ganchos que atraviesan de mi alma su carne y sangre, que corre por dentro y en tus paredes sentimos como late, como late... Como me sujetas cuando lates.

Te respiro y volteo buscándote, consumido en aquellas veces que rompiéndolo todo, comenzamos a construirnos desde los cimientos. Vidrios rotos que me cortan la lengua y el sabor salado que no se va, que me trae de vuelta a la punta de los dedos tus mares. Respira y dime que no, que no puedes, así como nos reíamos siempre con desfachatez de decir que no debes. La gana nos va y nos viene, tanto da un grito más en la noche de esta ciudad que sorda nos protege, tanto da que vean, que escuchen o que llamen, nos pasamos todas las medidas por el ojo de una aguja e hilvanamos en ese coser una madeja en la que nos enredamos ahorcando los ciegos deseos, remendando la lejanía de los días cualquiera en que sin vernos, somos tragados por la falta de estos consuelos.

Contigo ahí, conmigo ahí, (a nadie mas le interesa donde) las ciudades pueden levantarse y derrumbarse, tanto nos da que la noche dure hasta que el gallo cante... Así me acabe tu cuerpo, sobrevive cada noche tu corazón.

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