lunes, 30 de julio de 2012

VNV Nation - Electronaut

Electronauta


Mis ojos han perdido la gravedad y la mirada flota envuelta en un velo negro de pocos brillos intensos. Tras de mi hay un fuego que extingue y consume mis combustibles internos, esos líquidos que arden con cualquier chispa y se extinguen pronto en el aire. No quedan ya reservas para retornar a ninguna parte.

Hundido sin tierra ni pertenencia en esta silla de soledad tan confortable, vislumbro abismos superiores que se abrirán al paso de mis latidos, motor inasible que lleva siempre lejos, demasiado lejos, insondables ilusiones. Marcha de pulsos digitales, códigos binarios de sístole y diástole que nadie descifra, mensaje apuntando tambien a ciegas, a nadie, a ninguna parte.

Con la lengua sin aire y estos músculos deprimidos por aplastantes sinsabores, cierro la escotilla de mis sueños para que ya no le bañen ni luz ni aire. Desgarro de uñas y metales, asfixia de ilusiones que de todas formas, no soportarían el viaje. Con la mirada fija arranco el corazón y los combustibles que sin saber alimentan su oscura vorágine. Me aferro a lo poco que queda en este habitáculo insípido en que se ha convertido mi cuerpo y mi carne y floto... Floto sin sustento en medio de la ingravidez del no me importa, del que esto se acabe, del no voy a ninguna parte.

Brillos lejanos, inalcanzables. Los cielos abismales cuando no están coloreados, suelen ser monótonos y sórdidamente desolados. Por fin la ruta a ninguna parte, por fin la nubosidad de la memoria y la sinrazón de existir. Por fin la caída de los brazos desistiendo de esto que fue un proyecto que no nos llevaría, si, adivinaste: a ninguna parte.

Floto con los ojos cerrados para no ver cuando esto acabe. Envuelto de la ingravidez de no sentir por no querer aterrizar jamás en tierra de nadie, con las reservas al rojo anunciando que pronto no habrá ya ningún viaje. Esta vez no hay las doradas manzanas ni las plateadas manzanas de nadie, ni soles ni lunas, ni nada. El vacío es simplemente flotar en el aire, solo, sintiendo tus huesos triturarse con el peso del silencio que, nuevamente, otra vez, para ti se abre.

No quedan ya reservas para ir a ninguna parte...