martes, 6 de septiembre de 2011

With Broken Arms


Eramos unos desquiciados por el dolor y las heridas de las podridas trincheras de la vida, esa es la verdad. Eramos a quienes el deseo siempre pisaba los talones, sin alcanzarnos jamás. Eramos muchas cosas antes de nosotros mismos. Nosotros mismos agotados, grises de lluvia y demasiados recuerdos. Nosotros mismos opacados por el tiempo, el espacio, las tareas y los amaneceres siempre demasiado tempranos, por las noches que nunca alcanzan y por los días demasiado largos. Eramos y fuimos, obligados por esto que ahora se tiñe de hastío, de incertidumbre, de adióses demasiado tempranos, de no saber que decir y callar con una espina atravezada en la garganta y una mas grande en el corazón.

Eramos inauditos, inaccesibles y perniciosos. Eramos y fuimos. Eramos demasiado para ambos, para el uno y para el otro. Agotamos en ese existir la poca sangre, última sangre, que nos quedaba. De alguna manera algo se fue coagulando y deteniendo, perdiendo velocidad y ya no siento que corras por mi sangre.

Eramos dos suicidas gotas cayendo a muchos vacíos, en esta hemorragia imparable de mi sangre que corre hacia ti, escapando. Al final, lo único que corre siempre es la sangre, al final, siempre hay lágrimas y un pesado nudo en la garganta. Siempre este polvo que te cubre de gris marea Atlántica y un morado de nostalgia. Eramos una reunión de un Agosto cualquiera que tenia entre sus manos el cuello de nuestro amor y respeto para asfixiarlo, para repetir la canción del Legionario: "Ven, dulce muerte... Ven" y continuamos después rezando. Y llorando llega el sueño, con la humedad de nuestras lágrimas agazapada en la almohada sentimos que escapa el calor de nuestras necesidades y sentimos que somos héroes demasiado grandes para estas pequeñas victorias. Insignificantes siempre victorias.

Eramos el uno para el otro. Fuimos el uno para si mismo y se congelaron fuera de nuestros corazones aquello que aseguramos que pasaría. Fuimos espíritus que nos habitamos mutuamente. Fantasmas dentro de un árbol seco y guarida de búhos y parvadas de desiluciones. Eramos todo lo que teníamos y fuimos insuficientes. Eramos nuestra segunda oportunidad y fuimos primerizos inexpertos. Y la sangre ya no corre, la sangre que también se cansa. La sangre que ya no viene a nosotros para arder en llamas al vernos... Eramos todo lo que teníamos. Eramos una flor que tuvo siempre el tallo cortado. Eramos todo lo que teníamos.

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