lunes, 12 de septiembre de 2011

Quizás... No sé...


Me mire la manos en medio de la noche. Me mire este fondo abismal dentro y quise rellenar el hueco con arena. No encontré mas que cascajo. Lo peor es que entre esos restos de desperdicio provenientes de mi construcción, aparece revolcado en vidrios y piedras mi corazón, harto de lo mismo siempre, harto de asomarse para recibir una bofetada, harto de salir para acabar en el bote de la basura... Ver ese resto de mi, que también perteneció a mi, a mi cuerpo, a mis restos que aún son mortales es desear al mismo tiempo no querer verle mas y de una vez por todas, darle sepultura. Porque en mi corazón es donde posiblemente esté yo. Yo más completo, mas entero, mas en mis propios humores y destilaciones. Con el resto de aquello que quede de mi, no me importa mucho lo que se haga, si quieren, dejen al aire y al polvo expuestos mis huesos y lo que resta.

Alguna vez salí a probarme suerte, a decirme que es posible lo que quiero, que allá debería haber algo semejante a esto que siempre siento. Con esas revolturas en el corazón, como soldado que sale silbando camino a la guerra entusiasmado sin saber lo que es la guerra, me fui y me afile la mirada, envolví ese pedazo de carne latente con todo lo que tenía que siempre ha sido mucha suerte. Ahora los restos. Ahora las batallas perdidas y las botas gastadas. Ahora las cicatrices y las marcas, ahora envuelvo el corazón en una capa de tierra y vidrios estallados. Me quedan menos muelas, menos risa, menos piel, menos cabello, menos llanto, menos ganas. Me queda menos fuerza, también. Queda menos de mí. Y estos restos que no puedo sepultar.

Una noche me miro de nuevo las manos vacías y hago que mi corazón camine cabizbajo y rendido a su tierra que es mi cuerpo, por que esa guerra ya no es nuestra guerra, porque estamos con un aliado que se ha rendido. Y revolcado de sus días atrincherado en tu carne, regresa. Derruido. Silencioso. Opacado. Con la mirada mas perdida que la ultima vez.

Mirando ese abismal vacío, doy una fatal bienvenida a mi corazón. No tiene nada que decirme. No tengo nada que decirle. Nos miramos y nos entendemos. No lloramos porque es ya demasiado para unas gotas y nunca el llanto sirve para nada.

Cuando vuelva a abrir los ojos, miraré mis manos vacías y en el amanecer de este día sabré que ya te has ido. Sembraré las flores que usaré en este funeral y usaré un machete para liberarnos de las yerbas: yerbas que crecen en un deseo viejo, yerbas que destruyen el jardín y el futuro de un adolescente, yerbas que convierten cualquier corazón en sangre, piel, grasa y carne de desecho. Me quitaré la ropa sucia de tantos días fuera que no sirvieron para nada. Me quitaré los zapatos llenos de cansancio para descansar un poco los ojos, para cerrar el alma de nuevo tras ese muro del que me asomé para cometer de nuevo el mismo error... La misma piedra se me presenta en sueños una y otra vez y mi corazón no sabe el truco para brincarla. Me encerraré en esta música que nunca es alegre, pero que me calma las ganas de salir corriendo tras de ti porque siempre me dice como es la realidad. Cuando vuelva a abrir mis ojos al amanecer para ver mis manos vacías, abrazaré a mis padres aguantando el llanto porque habrá un día que por mas que quiera no podré dibujar su rostro en mi memoria y aparecerán borrosos. Entonces lloraré.

Cuando despierte con las manos vacías, procuraré no soñar que todo es posible, que lo que escucho no es nunca la realidad, sino deseos jamás logrados, anhelos de algo que nunca sucederá. Veré la cara de mi suerte y le diré que haga de mí lo que quiera pero que no me deje vivir tanto por ese tanto que no quiero ver. Tenderé la cama, ahogaré los fantasmas en el café del desayuno y te veré desaparecer.

Cuando te vayas, cierra la puerta tras de ti, porque me quitaré los ojos para no ver la oscuridad. Andaré a tientas para enterarme a tiempo que la vida es el vacío. Cuando vuelva a despertar seré menos yo, quizás, no sé. A la mejor ya no estén mis recuerdos. A la mejor he perdido uno o más sueños, como he perdido un tumor esta noche que fui a buscar tu voz y me encontré con tus inhóspitas decisiones y me sacaste como podredumbre que era parte de tí.

Al paso que voy, para cuando vuelva a ver mis manos vacías, seré un pequeño tumor en vías de ser extirpado. Volveré a las barbas de mi soledad como un hijo pródigo dado al traste, quizás, no sé.

No hay comentarios: