Tengo varias cicatrices. Todas me las dio la vida, todas fueron producto de mi negligencia, aventura o estupidez. Ahorita, mientras escribo, tengo dos cortadas en los nudillos de mis dedos, estaba trabajando, colocando un accesorio en una guitarra a petición de un cliente, tome mal mi inseparable navaja suiza mientras la usaba de desarmador… Me gustan mis heridas, son las marcas de la vida, de haber estado ahí, de haber corrido un riesgo. He sentido como mis entrañas se desgarraban, ya no tengo el dolor, ni la memoria precisa de él, pero queda mi cicatriz que guardo y que me guarda y me hace quien soy. Mi cuerpo, un mapa de historias, las cicatrices representan no sólo la herida, sino la sanación. Las heridas físicas y psíquicas sanan, el tiempo pasa, la piel y el corazón se curten. Quisiera que sanaras, deseo que las heridas dejen de echar sangre. Los pliegues de piel que nos separan que una mano experta los zurza y los junte, y que cicatricen. Hoy sangramos, vivimos... Hay que cuidar que no se infecten las heridas.
miércoles 20 de mayo de 2009
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