Continuidad, saciedad... Dos palabras cíclicas que como la pescadilla que muerde su propia cola, nos persiguen con la boca abierta confundiéndonos. He visto el amanecer el día de hoy, porque te lo confieso: Me robaste el sueño, me confundiste con el silencio de la madrugada y envuelta en ese espeso velo, tu rostro giró hacía mí y se confundieron nuestros alientos... Dormir en noches como la pasada, es, por lo menos, un lujo que no puedo darme... Como el Tiburón, con la conciencia asesina, duermo con los ojos abiertos, sabedor de culpa y de naufragios...
Hay noches que los pensamientos de la madrugada se suceden cual cinta de Moebius, y las certezas, hormigas de cabeza roja, andan sin cansancio, rondando una sola idea: La idea de decirme a mi mismo que ante ti, doblo las manos, que ante ti mi descaro se torna en sonrojo, que ante la idea de poseerte de las mil maneras que el hombre se ha inventado no tengo defensas. Que me has encantado...
Rondando en el silencio doy conmigo mismo, y apenas veo mis manos en esta penumbra, recuerdo tu cuerpo y mi sed, recuerdo la seda de ti y tu piel que como el tiempo, resbala por mis dedos y siento el extraño y temeroso advenimiento de que, como el tiempo, uno nunca puede terminar de poseerte por completo, que discurres como la luz dentro de estas mis oscuridades, que quieres salir de mi porque la oscuridad te es fría y te atemoriza siempre.
Me doy vueltas y apenas salgo, vuelvo a estar dentro y de nuevo salgo. Discurro como esa hormiga en la cinta de Moebius, que sin saber que el camino se le agota, instinto de insecto al cabo, solo anda y anda sin fin, sin llegar nunca de vuelta al hormiguero.
Me diste la prueba en morfina lamiendo tu piel. Me diste la noche y desperté sediento, me tomaste e intente llenarte, te tomé y mi deseo se vio enredado en la longitud hermosa de tus piernas y andares...
Me pesa el silencio de la noche que se vuelve el de la vida si no gritas a tiempo que te estas ahogando...
jueves 19 de agosto de 2010
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