lunes, 7 de noviembre de 2011

Espejismo


Esta noche la lluvia no vendrá a lavar nuestros pecados y nadie será del todo feliz. Esta noche el único deseo vivo que tengo, es el de poder recordar, traer la valija de la memoria llena y vaciar su contenido sobre la cama. Hurgar en los retazos de recuerdos perdidos y revueltos. Recordar que mis letras se repiten incesantemente, que mis necesidades son siempre las mismas. Recordar que desconozco del fantasma que habita en tu piel. Recordar que siempre quise poder entrar en tu mirada para saber lo que estas sintiendo, pero nunca estarás lo suficientemente cerca.

Abriré la ventana, porque me ahoga el mohoso humor de mis memorias. Ocultaré mis gestos tras una cortina de humo de este nuevo cigarro, unos golpes para deshacerme de lo ya quemado. La luz del cielo ha muerto, dice una esquela opaca proyectada en los cielos, es sólo la penumbra de la casa en esta su soledad de cada madrugada.

Quietud. Respirando hondo presiento el amanecer. Y recuerdo la violencia del amor, recuerdo las torturas del deseo, las necesidades de la carne… Siempre la carne que nos arrastra mundanamente, que nos pierde sin razón ni sentido. Crueldad. Siempre la crueldad.

En medio de las memorias, cerrando los ojos, apareces y desapareces, vas y vienes y al final siempre te hundes en tus mares. ¿Yo? Yo siempre espero en la orilla un rasgo de serenidad, lleno de oscuros pensamientos, lleno de nebulosa espera.

Sangro por ti que no existes, sangro la confusión de darme cuenta que no existes. Entre mis memorias buscando, me doy cuenta que todo es demasiado borroso, presente y pasado se mezclan, se pierden. Sangro la inexistencia, sangro sabiendo que desde algún lado me observas y seguiremos sangrando eternamente hasta que logremos recordar, seguiré sangrando hasta que te encuentre, o en el tiempo perdido, o en los escombros de mi mente. Seguiré sangrando hasta que se me acabe la sangre, y recordaremos después, entre risas, que la vida es una gran broma, quizás la mas grande de todas las bromas… Mientras tanto, me resta escribir sin sentido cada noche mi confesión, y estrellarme noche tras noche en incontables espejismos.

Me he dado cuenta que este mundo es un espejismo donde me estrello cada vez que despierto.

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