jueves, 10 de noviembre de 2011

Winter Again


Y viene el frío de un nuevo invierno, con sus despejados cielos y sus recientes promesas de limpiar este ciclo que se ha empolvado demasiado, demasiado turbio para ver a través de la realidad. En los huesos, en la piel, en el aire que entra a tus pulmones, sientes como te abandona este vacío o, al menos, se congela, sientes como se petrifican tus manos y los sueños emigran hacia el sur.

Sobre el lago congelado de tus sueños, la quietud parece una estampa, un antiguo oleo pintado por Noruegos. Sobre el lago congelado de tus sueños, observas como tus recuerdos patinan dando giros y piruetas, como fantasmas que aparecen sólo para ti, y puedes escuchar levemente el crujir del hielo bajo tus pies.

Y viene el frío que cala los huesos, que duele en las manos que están demasiado lejos ya de ti para calentarse en sus caricias para ti. Y vendrán vientos grises, nebulosos e informes a destrozarnos muchas cosas por dentro, muchas de esas cosas que no pueden recuperarse jamás. Entre el blanco de la nieve buscaremos refugio, que en un descuido se convierte en sepultura. Y esas cosas que se marcharon en esta vida no sabrán regresar.

Vendremos como cada año, con nuevas promesas y virtudes, con halagos para todo y sueños renovados. Vendremos creyendo, otra vez, que nos comeremos el mundo sin aprender que el mundo no nos dejará de comer un instante jamás.

Sobre el lago congelado de tu pecho, me sentiré cercano del fuego, porque el inclemente frío de la vida es mayor. En cubos de hielo de tus palabras cortas y distancias largas, sentiré que mis manos se queman con las brazas de tu lengua, porque el agua nieve me tiene aterido y paralizado hasta el dolor. Esfinge de hiel y hielo que no gotea mas liquido que el derramado por sus ojos.

Me pregunto, ahora que vendrá este frío y sus grises pinturas Noruegas, sus azules claros y sus noches tan largas, si encontraré en ti un poco del calor que necesita mi cuerpo, mi cuerpo que te pide a gritos el arder de un nuevo fuego, de unas cuantas chispas que iluminen este interior oscuro y en frialdad. Me pregunto si este invierno encontraré en tus ojos la ardiente chimenea, la remota y ardiente cabaña en este camino que serpentea y canta. Me pregunto si en el verano no se habrán cerrado sus puertas, si no se habrá derrumbado, si no habrás cambiado los cerrojos, si aún recordaré el camino para volver, para entrar de nuevo en ti, para revivir los momentos que por ahora, en medio de esta lluvia pertinaz de otoño, se nos borraron y parece que se están escurriendo por todos lados sin que ninguno de los dos pueda remediarlo.

Y vendrá el invierno con sus días claros y sus noches largas. Y vendrá el invierno... Y vendremos nosotros a revivir aquellos momentos, trataremos de encontrar la forma de resucitar lo que ahora, ahogandose, está en riesgo... Vendrá el frío del invierno, con todos sus males y todos sus milagros.

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