viernes, 21 de septiembre de 2012

Sinking


En ese haz de luz que se vuelve una amarillenta línea de la tarde que se va, las persianas nos esconden como secretos que no quieren ser contados jamás. Y así dejamos el alma quieta y sedada, pálida y adormecida como lengua que ha bebido demasiado esta vez. Y con el alma callada, el cuerpo transformado en secreto, nos hundimos. Nos hundimos.

Ya no son los ánimos los mismos de antes, pensamos demasiado para caminar tan solo un paso por vez, ya no corremos tropezando pero levantándonos riendo. Algo se ha dormido también desde dentro y buscamos con que despertar ese gato que sueña dentro de uno con aun corretear dos o tres ratones mas, pero que tiene ya demasiada pereza para cazar.

No cazamos mas que resfriados en esta quietud, en esta mal sana calma que nos atormenta y angustia sin causar en la fachada un solo cambio siquiera. Quien nos mira después de una larga ausencia, nos reconoce y desconoce al mismo tiempo, pero como todos, miente y nos dice que todo en nosotros sigue igual, como si no se diera cuenta de estos herrumbres y escombros y vacíos y huecos y polvos y antigüedades coleccionadas mas a fuerza que por gusto, memorias de todo eso que no se va, que no hemos sacado para olvidar y para perdonarnos a nosotros mismos jamás.

Se acumula una película que cada vez dura mas, seguimos grabando sin parar en los estudios de una cinematografía silente y monocromática, sin mas argumento que el de continuar. Olvidamos los diálogos, la continuidad, los encuadres, e incluso la fotografía antes caliente, ahora se nos dibuja en un azul ártico que nos paraliza los huesos y nos muerde la carne.

Nos estamos hundiendo. Sin salvavidas, sin botes de emergencia, sin capitán en el barco. Nos hundimos y la superficie cada vez nos queda mas lejos de las posibilidades. Poco a poco nos hundimos y la luz se va opacando. No me creas, pero incluso el alma me parece algo mas turbia que al principio del caos.

Hablamos con nosotros mismos y nos decimos que todo está bien, que nada ha cambiado, que solo es un bache en el mar, que el agua se ha hundido un poco para asustarnos. Nos engañamos a nosotros mismos como todos los demás. Y no podemos sentir temor, ya no. Hay una línea que pasamos si darnos cuenta a partir de la cual ya no se puede regresar y se pierde en la locura aquel que en estas fronteras del abismo, muestra un poco de miedo, respeto o piedad.

Ocultamos cada vez mas. Mostramos cada vez menos. Decimos lo mismo de diferente forma, habamos poco ya, y decimos menos aún. La madera de nuestra carne se transforma en concreto, todo lentamente, paulatinamente… Imperceptiblemente. Hoy estas aquí, creyendo que te hundes, y mañana te darás cuenta que realmente estabas flotando y que ahora si, te hundes… Es el ciclo de las cosas, la marcha de los signos. El deber de tus sueños y secretos es hundirse junto contigo siempre.

Ahora la tarde se ha marchado y solo quedan sombras borrosas y rostros irreconocibles. Cierras las persianas por temor a que puedas ser visto desde fuera. Hay que extremar precauciones.

Callamos y nos hundimos. Nos hundimos. Quisiéramos olvidarlo todo, padecer de nada, volver al vacío. No sabíamos que tratando de ser importantes causaríamos el hundimiento, como sucede con todos. Pensamos que seriamos diferentes. Pesamos que nosotros romperíamos con la historia que incesante se repite desde siempre y no se rompe jamás. Ahora ya lo sabemos… Ahora ya sabemos que el deber es el hundimiento. Ahora sabemos que ya no sentimos. Ahora sabemos que ya no podremos recordar nada, algo, lo que sea. Ahora sabemos.

No hay comentarios: