viernes, 30 de marzo de 2012

When It´s Over


Tras el polvo de algunas memorias y resequedades, la mente comienza a girar nuevamente. De los rescoldos del tiempo se sabe que se avecina lo cotidiano, lo usual, lo de siempre. Sólo el alma es capaz de engañar a la mente y solo la mente sabe cuando se deja engañar. El corazón? El corazón solo es un sapo que siempre late.

De pie en los escombros y sacudido por extraños alumbramientos, esto parece el paisaje de la cotidiana desilución, disolución, involución. Paredes que nada sostienen y solo quedan los clavos donde se colgaban cuadros de antiguas sonrisas. Lozas rotas por los suelos y carcomidas migajas de besos, mendrugos que nadie recogió a tiempo. Es como el tardío despertar de un primero de Enero, con la resaca en los ojos y arrepentido de todo lo que supones que en medio de la embriaguez, hiciste dejandote llevar por esos engaños del cuerpo. No lo recuerdas, pero sabes que alguien, tarde o temprano, vendrá a hacerte el recuento.

Cuando todo se acabó sabes que ha llegado la hora de buscar las botellas vacías para tirarlas al salir, desechar los cascarones de lo que bebiste hasta el hartazgo y el fastidio, hasta que la lengua se te durmiera. Buscar los ceniceros donde apagaste las colillas de esos pequeños y placenteros fuegos antes de arrojarlas con asco, lejos.

Es momento de buscar tu saco porque cuidaste no dejarlo lejos ni jamás dejar mas rastro de prendas por si alguien se ponía pesado y tendrías que salir sin despedirte. Buscar en su bolso interno tu cartera, asomarte y comprobar a cuanto asciende el gasto... Siempre divertirse es un despilfarro. Pero también siempre apartas suficiente para el taxi que te regresará a tu vida comfortablemente.

Y llega el momento en que todo acaba, ves los rostros de los presentes, iluminados ahora por la claridad del día y ya no parecen tan alegres, ni interesantes, ni tan entusiasmados como en el calor de la madrugada y sus vapores. Sabes que todo pasa, pero hay cosas que solo duran una noche. Es hora de ir a extraer tu música antes de que te rayen ese preciado disco que nadie supo entender, pero que tu lo compartiste y guardarlo en su caja, luego en tu bolso, para una mejor ocasión.

Es momento de hacer el nudo a tus zapatos que aflojaste porque pensaste en medio de la embriaguez, que te quedarías toda la vida. Es cuando todo acaba que miras alrededor y te preguntas cuanto tiempo habrá pasado. Es cuando todo termina que te sacudes de las hombreras elogios y ofensas, dichas o recibidas al calor de un tinto o uno en las rocas, que al final, todo queda entre conocidos.

Es cuando todo acaba que te miras al espejo y sabes que volverás a casa hecho una ruina, que nadie dirá nada cuando llegues y te dejarán dormir hasta que anochezca nuevamente. Es cuando todo termina que miras los sueños de todos regados por los suelos, cuando ves la última aceituna por disfrutar del tazón y te la llevas a la boca como amargo desayuno mientras contemplas el final y dejas el palillo con cuidado para que nadie despierte, porque es tiempo de marcharse. Porque la fiesta de la vida no se trata de ser quien divierta a todos con sus chistes, ni de ser quien el mejor vestido, tampoco de ser el anfitrión ni un invitado del invitado. La fiesta de la vida se trata de saber llegar no demasiado temprano, ni demasiado tarde y sobre todo, de saber marcharte a tiempo, antes de que sea demasiado tarde, cuando todo haya terminado...

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